ARTÍCULO ESPECIAL:

FALLECIDOS POR LA PANDEMIA. IN MEMORIAM JOAQUÍN DÍAZ DOMÍNGUEZ

Jacobo Trébol López1, José Luis Marijuán Martín2, Alberto Mata Juberías3.

1Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo, Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, España; 2Jefe de Sección de Patología Colorrectal y 3Jefe de Sección de Patología Hepatobiliopancreática, Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo Hospital Universitario La Paz, Madrid, España.

Correspondencia: para contactar con el autor accionar aquí.

Rev Acircal. 2020; 7 (2): 15-23.

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Introducción:

Inmersos como estamos en la segunda ola de la pandemia por el SARS-COV2, con restricciones y limitaciones obligadas a nuestra vida normal y con nuestro ejercicio profesional completamente modificado desde el mes de marzo, merece la pena echar la vista atrás y remarcar algunos datos sobre los que caben múltiples reflexiones que exceden el objeto de este manuscrito:

  • Según un informe de Amnistía Internacional con datos hasta julio de 2020, en el mundo han fallecido más de 7.000 profesionales sanitarios por COVID-19.
  • En España según datos del Ministerio de Sanidad, constan el 23 de octubre de 2020 69.744 profesionales sanitarios con test positivo para SARS-CoV2 y 63 fallecidos hasta el 5 de junio (cuando dejaron de publicitarse). En número de fallecidos sanitarios solo nos ha superado Italia, epicentro inicial en Europa, pero no en el número de positivos entre los sanitarios en que muy tristemente estamos a la cabeza del continente.
  • La gran mayoría de los fallecidos publicitados son médicos. Más de dos tercios de ellos eran asalariados de los Sistemas Públicos de Salud. Hay representación de todo tipo de especialidades y la mayoría seguían en activo, por lo que es lógico pensar que pudieron contraer la enfermedad asistiendo pacientes, en el desempeño de su profesión, y es probable que en muchos casos así fuera.
  • En nuestra especialidad de Cirugía General y del Aparato Digestivo, son públicos y tuvieron gran repercusión mediática en periódicos y otros medios periodísticos nacionales e incluso internacionales dos fallecidos por COVID-19: los Drs. José Manuel Sánchez Ortega, que seguía en activo en la práctica privada en la Clínica Sagrada Familia de Barcelona, y Joaquín Díaz Domínguez, jefe de Servicio en activo del Hospital Universitario La Paz de Madrid. También fallecieron por COVID-19, sin tanta repercusión mediática pero no por ello menos importantes, los Drs. Luis Misfut Rodríguez y Alfredo Díe Goyanes, como se mencionó recientemente en nuestro Congreso Nacional de Cirugía Virtual en noviembre de 2020.

Todo esto son datos, números, y por su propia naturaleza son impersonales y pueden causar incluso cierta indiferencia por llevar viéndolos continuamente desde el principio de la llegada de la pandemia a nuestro país. A 30 de noviembre de 2020, según los datos globales publicados por la John Hopkins University Coronavirus Resource Center, constan 1.464.795 muertes y en España 45.069, datos mucho más escalofriantes y que ponen de relieve la magnitud de la pandemia. Y desgraciadamente, detrás de cada unidad de cada una de estas cifras había una persona, y a su alrededor una familia, unos amigos, unos compañeros, incluso algunos discípulos. Y como es lógico, todos ellos querrán, una vez asumida la pérdida, que persista el recuerdo y se reconozca a su víctima querida.

Todas esas personas merecen un recuerdo y un homenaje. En este caso, queremos presentar un pequeño homenaje al Dr. Joaquín Díaz Domínguez, en este medio (la Revista ACIRCAL) al que dedicó con enorme cariño y la minuciosidad que le caracterizaba en todas sus actuaciones, un excelente editorial acerca de los Pioneros de la cirugía biliar en España en 2016.

Joaquín Díaz Domínguez.

Resumen del curriculum vitae:

Joaquín Díaz construyó un extenso curriculum durante sus más de 50 años de dedicación plena a la Medicina y a la Cirugía, que excede el objeto de este homenaje y que puede verse de forma resumida en el material suplementario (suplemento CV Joaquín Díaz). Aquí destacaremos solo los aspectos más relevantes para hacerle un mínimo de justicia.

Formación:

Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid en 1976 y Doctor por la Universidad de Córdoba en 1990, recibiendo un Premio de doctorado de la Real Academia Nacional de Medicina en 1991.

Realizó la Especialización en Cirugía General y del Aparato Digestivo en el Hospital Universitario la Paz, de forma simultánea con la obtención de otras dos especialidades: la de Medicina Legal y Forense y la de Medicina del Trabajo.

Entre 1994 y 2004 fue Director Médico del HU La Paz, obteniendo en ese período varios Máster y Diplomas de Especialización relacionados con la gestión.

Actividad asistencial y sanitaria:

Aunque también ejerció actividad privada, su principal ocupación fue en el sistema público, desempeñándola casi exclusivamente en el Hospital La Paz, hasta llegar a ser Jefe de Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo desde 2013.

Docencia:

Dedicaba todo el tiempo y paciencia necesarios a la docencia tanto de pregrado (tuvo diferentes cargos en la Universidad Autónoma de Madrid -UAM- durante 20 años, y aunque no los tuviera) como de postgrado y una gran dedicación a la formación de los residentes que fue muy reconocida.

Actividad científica:

De todas sus aportaciones la que más orgullo le producía era su gran obra, el libro “Historia de la Cirugía Biliar en España” (ISBN: 84-609-5898-1), con miles de horas de trabajo de campo, viajando por toda España buscando familiares y testimonios para no olvidar a nadie y revolviendo bibliotecas.

Portada del libro de Joaquín Díaz.

Los intangibles del Dr. Joaquín Díaz Domínguez:

Hay cosas imposibles de plasmar con palabras, al menos para los que no nos dedicamos a las letras, y que dejamos para otros homenajes. Como aproximación para que se le conozca, solo mencionaremos algunos hechos de su vida, reflexiones y/o comentaremos algunas de sus frases predilectas.

En cuanto a su desempeño profesional, posiblemente sea una de las personas más capacitada para el difícil puesto de Jefe de Servicio que hayamos conocido, resultado del tiempo dedicado a la formación y al ejercicio en gestión y dirección. Con mano izquierda, capacidad de negociar, ideas claras, planes establecidos, etc. y con el objetivo claro de mejorar continuamente.

Fue una persona entregada, persistente, con talante e inasequible al desaliento. Un buen ejemplo de estas cualidades fue su duración en el cargo de Director Médico. En el período 2006-2011 hubo hasta tres directores médicos que dimitieron o fueron cesados por diferentes razones. Esto muestra la enorme complejidad del puesto en un centro de esas dimensiones, los potenciales enfrentamientos con colegas, etc. Si Joaquín estuvo en el cargo durante 10 años, es porque tenía una madera especial para sobrellevarlo.

Trato con los pacientes: exquisito, empático, atento, los escuchaba e incluso los “mimaba” un poco. Una vez que los atendía, tenían médico y cirujano para toda la vida.

Identificado con la institución: siempre decía con orgullo que “La Paz la hacemos todos” y que “era y tenía que ser uno de los mejores centros del país”. Todo su trabajo como Jefe de Servicio lo encaminaba a “dejar un servicio mejor del que me encontré” y puso todo su esfuerzo en conseguirlo y a nuestro juicio lo consiguió. Esto no fue sinónimo de servilismo, si había que defender a los suyos o pelear un contrato sabía cómo hacerlo y lo conseguía.

Constancia: con sus objetivos era como un motor diésel… al ralentí, poco a poco, no se detenía hasta conseguirlo. Como ejemplo la Unidad de Cirugía Oncológica Peritoneal… atascada en discusiones internas del servicio durante más de cuatro años, tomó el proyecto y fue empujando y gestionándolo en la dirección-gerencia hasta que consiguió que arrancara salvando todos los escollos. Recordamos con cariño su alegría al conseguir la acreditación por parte del GECOP en el Congreso de la SEOQ-GECOP de Mallorca de 2017.

Joaquín Díaz con la Unidad de Cirugía Oncológica Peritoneal del H.U La Paz y los Drs. Sugarbaker y Esquivel en Mallorca en 2017.

Dirigía el servicio con guante de seda y puño de hierro. Por su talante dialogante y su afabilidad podía parecer que fuera un jefe blando. Nada más alejado de la realidad, si había que reprender actuaciones lo hacía (siempre alejando del público el problema, convocando a los implicados a su despacho) y si había que tomar decisiones dolorosas las tomaba.

Como persona, Joaquín fue cercano, receptivo, amable, afable (siempre recibía a todos con una gran sonrisa, aunque fueras la quincuagésima interrupción de la mañana) y cariñoso, incluso paternal con los que eran más jóvenes. Siempre intentó cumplir una de sus máximas a la hora de referirse a las personas que quería en su servicio: “quiero que sea buen cirujano, mejor médico y aún mejor persona”. No entendía ser buen cirujano sin ser buen médico (empatía, solidaridad, etc.) y esto no se podía dar sin ser buena persona. Solía bromear diciendo que “la bondad es el mejor camino para llegar a La Paz” como recordó el Dr. García Olmo. Era modelo de estas enseñanzas, su principal característica fue que era una buena persona. Esto lo acreditan dos hechos de su biografía:

1. Su relación con Carboneras.

Carboneras es un municipio costero almeriense de unos 8000 habitantes. Joaquín Díaz llegó allí por primera vez con su padre en 1967, cuando era un pequeño pueblo de pescadores sin apenas infraestructuras, en una moto Vespa 125 desde Madrid. Y desde entonces, lo vio crecer y prosperar, primero junto a sus padres y posteriormente con sus hijos y amigos a los que llevó allí. Solía decir dos anécdotas al respecto: que tenía el “honor de ser el veraneante más antiguo de Carboneras” y que “como dijo Julio César, vine, ví y no vencí, me venció Carboneras”. Allí era conocido como Joaquín “El Médico”, y trató a muchos Carboneros y los ayudó todo lo que pudo. Su fidelidad a Carboneras, su bonhomía y su amabilidad, le valieron un gran respeto y cariño por sus vecinos hasta el punto de ser designado pregonero de las Fiestas Patronales de San Antonio de Padua de 2019, lo que le llenó de orgullo, pues se sentía un carbonero “de alma”. Este es un hecho muy relevante porque no era de allí sino que llegó allí, no era un famoso de la TV, no había inventado una técnica quirúrgica ni era tan afamado como otros cirujanos, aún siendo un gran cirujano, el reconocimiento fue por ser buena persona.

Joaquín Díaz dando el pregón de Carboneras en 2019.

Los días posteriores a su muerte se publicaron numerosas reseñas, algunas a página completa, en todos los periódicos de la región de Almería haciéndose eco de la enorme pérdida que suponía Joaquín para Carboneras.

Ejemplos de reseñas en periódicos almerienses por la pérdida de Joaquín Díaz.

2. Su enfermedad y el día de su desgraciado fallecimiento:

Joaquín contrajo la enfermedad COVID-19 en el desempeño de sus funciones, justo antes de que se decretara el estado de alarma, cuando todo era confusión y poca información, la sanidad madrileña se estaba desbordando y en el resto de España iba extendiéndose poco a poco. Y se quedó en su puesto hasta que no pudo más y le recomendaron marcharse a casa. Las noticias que llegaban de centros como La Paz eran muy alarmantes, no en vano se llegó a publicar después que a fecha 31 de marzo 12 personas del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo (24.4% de la plantilla) se habían infectado por SARS-COv2 (8 de 34 especialistas y 4 de 15 residentes). Generalmente se repetían las noticias de forma similar a las que se recibían de la mayoría de la población: enfermaban, tenían sintomatología leve-moderada, se les indicaba aislamiento y tratamiento en domicilio. Pero la semana del 20 ya empezaron a ingresar compañeros cirujanos, entre ellos Joaquín, y el servicio tenía a su Jefe de Servicio y a la mayoría de sus Jefes de Sección enfermos mientras el hospital se estaba llenando y desbordando con pacientes COVID-19.

Entonces comenzó lo que estaba ocurriendo en todas las familias y grupos humanos con pacientes con COVID-19: los mensajes y el miedo…los que no estaban en La Paz preguntaban por Joaquín y comenzaron las malas noticias: está peor, lo llevan a la UVI, lo intuban, lo pronan y un largo etcétera. Las respuestas ante estas noticias del que preguntaba eran siempre similares: bueno, …mejorará ya verás, no es mayor, es fuerte, tiene mucha voluntad, no tiene patología, lo salvarán, se salvará, … Los deseos normales. Desgraciadamente se equivocaban, nos equivocábamos todos, y como estaba ocurriendo con miles de personas previamente sanas o poco enfermas, y más aún con los previamente enfermos, el virus se ensañó y nadie fue capaz de frenarlo.

Tras una estancia prolongada y complicada en la UVI, su cuerpo llegó al límite el 18 de abril de 2020. La noticia corrió como la pólvora, Joaquín se nos iba y llegó la incredulidad y posteriormente la sensación de derrota. Fueron múltiples las muestras de gratitud, condolencias y también de ira. Rápidamente se organizó una concentración homenaje a las puertas del hospital, hacia las ventanas de la UVI en que se estaba apagando, para darle un último aplauso. Hay que ponerlo en contexto: sábado por la tarde, el país confinado y los hospitales convertidos en campos de batalla con muchos profesionales sanitarios enfermos o con miedo por enfermar. A pesar de todo ello, el personal presente en el centro (poco por el momento en que se produjo) que pudo dejar momentáneamente su puesto salió y acudieron de sus casas muchos que decidieron saltarse el confinamiento por una buena causa. Las imágenes captadas desde las plantas superiores del centro son sobrecogedoras y hablan por sí mismas.

Concentración de despedida enfrente de las ventanas de la UCI del Hospital La Paz.

Finalmente se apagó, todo acabó y comenzó el dolor punzante, la ira, el vacío y las ganas de dejar de pelear. Acabar las guardias ese día fue para todos una tarea hercúlea, aunque no estuvieras en La Paz, y para sus compañeros y el resto del hospital volver a trabajar a partir de entonces se transformó en algo todavía más duro y pesado; quedaba mucha batalla que librar contra el virus, pero la moral cayó, se sintió un gran golpe en toda el alma de la querida La Paz de Joaquín y se notó también en todas las partes donde hubiera un compañero o un amigo de Joaquín y en general en toda la comunidad quirúrgica e incluso en todo el personal sanitario nacional que venía viendo caer sucesivamente a unos compañeros tras otros. El centro tuvo que sobreponerse y lo consiguió, pero lo peor estaba, como es natural, en su servicio, que poco a poco fue recuperando efectivos, aunque comenzaron las secuelas, los cuadros vegetativos, etc. y que acusó más duramente el golpe y la sensación de vacío y caída de moral. Tocó salir adelante, recuperarse, y continuar la obra de Joaquín y los que le precedieron, pero la pérdida sigue y seguirá y nada volverá a ser igual, hay una herida crónica y profunda y el Jefe, Joaquín, es recordado continuamente, siempre con su gran y afable sonrisa.

Se podrían destacar muchas cosas más de él, pero no queremos extendernos demasiado y todo lo anterior da una pequeña impresión del personaje. Este recuerdo también debe servir en esta segunda ola y las que puedan venir (esperemos que no vivamos más pandemias y esta sea la que toca este siglo), para que sigamos siendo conscientes de que el peligro sigue ahí, de que no debemos bajar la guardia, debemos ser cautos y somos necesarios como profesionales y como personas, hagamos todo lo posible por no ser otro número que engruese las cataclísmicas cifras actuales de enfermos y fallecidos.

Se te echa y se te echará de menos querido Joaquín, Descansa En Paz. Tu magisterio continuará en muchas personas, médicos y cirujanos, en el orden que habrías deseado que figurara la frase. Igualmente, nuestras condolencias para tu adorada familia que muchos conocimos, si nuestro dolor es grande el suyo es mayúsculo.

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